Mostrando entradas con la etiqueta operador socioterapeutico. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta operador socioterapeutico. Mostrar todas las entradas

El Modelo Socio-Terapéutico-Educativo de las Comunidades Terapéuticas

El Modelo Socio-Terapéutico-Educativo de las Comunidades Terapéuticas
para la Rehabilitación de la Drogadependencia  (2000)


juanenlinea@gmail.com
@juanenlinea

Texto complementario: "El Rol de Operador Socio Terapéutico"


Breve Historia de la C.T.


La Comunidad Terapéutica para la Rehabilitación de Adictos es hoy un modelo asistencial ampliamente difundido tanto en nuestro país como en el resto del mundo. 

Si bien los historiadores de la CT remontan sus raíces a
La experiencia de Alcoholicos Anónimos
es un antecedentes clave de las Cs.Ts. 
antiquísimas comunidades místicas y religiosas, no es sino hasta la década del 50 cuando se comienza a desarrollar en occidente este complejo dispositivo con el objetivo de brindar una respuesta integral y social a la población de adictos, grupo hasta entonces marginado de las políticas de salud públicas.



En su origen, las Comunidades Terapéuticas para Adictos surgieron como una reacción al clásico modelo de abordaje médico-psiquiátrico, y estaban lideradas por ex-adictos, voluntarios o religiosos que intuitivamente proponían un modelo convivencial regido por normas de disciplina bien definidas cuyo fin primordial era:



  • a) Que los integrantes de la Comunidad Abandonen el Consumo de Drogas,
  • b) Que los responsables de la Comunidad cuenten con un
    sistema de normas de convivencia que garantice el control del comportamiento del grupo.
  • c) Que las pautas interaccionales que definan las relaciones en la Comunidad Terapéutica posibiliten un tipo de comunicación que resulte en ayuda mutua en pos de un crecimiento personal de los miembros de ese sistema.





El fracaso de los hospitales, de los médicos y de los psicólogos a brindar solución al problema de la drogadependencia, contribuyeron a generar un espíritu de unión y de autosuficiencia en las primeras Comunidades Terapéuticas de Adictos lideradas en general por ex-drogadependientes.


En el campo específico de la Salud Mental y hacia fines de la 2º Guerra, el psiquiatra escocés Maxell Jones desafió el estilo tradicional de la internación psiquiátrica donde el paciente era un
Maxell Jones, desarrolló el concepto de
Comunidad Terapéutica acuñado
por Thomas Main en 1946
ente pasivo, recluido en un sistema relacional estereotipado y controlador, y que paradójicamente intentaba rehabilitarlo. 


Jones entendió que los pacientes tenían una capacidad social desaprovechada, y que para comenzar a utilizarla terapéuticamente se debía actuar sobre la relación interpersonal entre ellos, las que mantenían con el equipo profesional y personal de planta, y las que estos últimos mantenían entre sí.


De esta manera dos de sus principios básicos que debían regir en una hospital psiquiátrico devenido en Comunidad Terapéutica fueron:


- EN UNA INSTITUCION TERAPEUTICA TODO EL QUE ACTUA DEBE HACERLO TERAPEUTICAMENTE.

- TODA ACTIVIDAD DESARROLLADA EN UNA INSTITUCION TERAPEUTICA DEBE TENER ESE CARÁCTER.





Básicamente la propuesta de Jones invitaba a una mirada optimista al campo de la psicosis y le exigía al equipo profesional instalado en una posición jerárquica siempre superior respecto al paciente, simetrizarse con él en los aspectos que hagan a la convivencia, y democratizando lo mas posible los mecanismos de toma de decisión en la institución manicomial.


Los fundamentos de este modelo no se basaban solo en un ideal de humanización de las relaciones interpersonales en una unidad psiquiátrica, sino que también y por sobre todo era una propuesta estratégica que buscaba dar al paciente la posibilidad de hacer consciente el efecto de su conducta sobre otras personas y ayudarle así a entender las motivaciones ocultas tras sus actos. 

Sin que Jones lo conceptualizara estamos aquí frente a una
Charles Dederich, trabajando en Synanon
intervención que mas adelante podrá ser reconocida y valorada desde la mirada de las teorías del aprendizaje social.


Paralelamente al movimiento de la antipsiquiatria donde se inscribe el trabajo de Jones, Charles Dederich un ex-alcoholico funda “Synanon” en California, la que fue una verdadera matriz de la Comunidades Terapéuticas para Adictos dirigidas por no-profesionales.


En este modelo de las primeras CT el hecho de que los Operadores no fuesen profesionales implicó un cambio en la relación con los usuarios de este servicio. Los tratamientos exigían un alto grado de voluntad y compromiso por parte de los adictos asistidos, quienes establecían un fuerte vínculo emocional con sus pares, con los operadores, y con la CT como institución. 

Si bien esto dió históricamente lugar a muchos excesos por parte de estas primeras Comunidades Terapéuticas, dejó claro los siguientes aspectos positivos:


- La convivencia entre adictos encuadrados en un modelo de Ayuda Mutua permite mas fácilmente desactivar actitudes de simulación y mentiras.


- Es posible, mas allá de su deterioro individual y social responsabilizar a los adictos de la dinámica y organización de su
El Sacerdote Mario Picchi, de Roma. En los 70 fundó
"Proyecto Hombre", filosofía que responsabilizaba
positivamente a los adictos de sus elecciones.
En una época en la que se los consideraba
Alienados en Irresponsables.
unidad de tratamiento, y utilizar esta situación como vital herramienta en el proceso de rehabilitación.



- La gran capacidad de “agrupabilidad” y “lealtad al grupo” propia de los drogadependientes si es utilizada estratégicamente se vuelve un factor clave para la retención en tratamiento.


- El grupo de pares funciona para el adicto como un “colchón afectivo comunitario” (Daniel Casriel, 1966), lo cual posibilita al adicto ponerse progresivamente en contacto con sus sentimientos sin recurrir al “colchón químico” de las drogas.


- Las “actuaciones” propias de los adictos (impulsividad, acting out, comportamiento psicopático, encapsulamiento) pueden ser mediante la técnica del confronto u otras intervenciones de choque emocional, reflejadas, interrogadas y resignificadas en un marco de interacción interpersonal modelado.


Si bien la diferencia básica entre la Comunidad Terapéutica para pacientes psiquiátricos y la Comunidad Terapéutica para adictos es la propuesta democrática de la primera versus la fuerte jerarquización de la segunda, ambas modalidades reclaman del mundo profesional el trabajar sobre las alteraciones de la conducta focalizando los aspectos saludables y positivos de los pacientes, proponiendo el cambiar la actitud contemplativa sobre la enfermedad por una actitud operativa, y llevando el centro la reflexión al campo de las teorías del cambio, mas que a exquisiteces diagnósticas.


Con el paso de los años el mundo profesional fue ingresando, aprendiendo y modificando lo que ocurría en una Comunidad Terapéutica para adictos hasta que desde nuevas líneas teóricas y técnicas como la Terapia Familiar, Gestalt, Psicodrama, Cognitivo-Conductual, Racional-Emotiva, Aprendizaje Social, y otras, no solo renovó, perfeccionó y entendió mejor el problema de la drogadependencia y su terapéutica sino que también se desprendió de la CT como la única oferta asistencial a proponer a los adictos.


Actualmente y por un lado gracias a los aportes de las ciencias de la conducta y por otro debido a la diversidad de perfiles socio-
Pastor Carlos Novelli. Pionero de las Comunidades
Terapéuticas en Argentina. Fue un adicto que lideraba la
 bandita callejera "La Fresquita". Luego de su conversión religiosa
dejó las drogas y creó el "Programa Andrés" en los 80.
psicológicos de los potenciales usuarios de tratamientos, la internación es el modelo asistencial indicado para el menor porcentaje de adictos, y los tratamientos Ambulatorios, de Comunidad de Día o de Comunidad de Noche los mas desarrollados.



Hoy se denomina Comunidades Terapéuticas Inspiracionales o de Vida, a aquellas lideradas por ex-adictos y Comunidades Terapéuticas Profesionalizadas a aquellas dirigidas por un equipo técnico interdisciplinario profesionalizado. En lo que falta de esta exposición seguiremos hablando de estas últimas.


Decimos que un enfoque posible desde el cual trabajar en adicciones es el denominado Socio-Terapéutico-Educativo. En sí esta última expresión no hace referencia a una teoría psicológica que dé cuenta del problema de la drogadicción, sino como decimos a un enfoque, que podemos imaginar como tres lentes yuxtapuestos que organizan la visión que se tiene del adicto en recuperación mostrando tres aspectos inter-relacionados sobre los cuales el equipo técnico debe intervenir.


Analicemos entonces el concepto “SOCIO - TERAPÉUTICO - EDUCATIVO”.


En primer lugar este enfoque propone un fuerte componente SOCIAL en el abordaje de los asistidos.


Ya sea en CT residencial, semiresidencial, o abordajes ambulatorios, el adicto es incorporado a espacios grupales en donde transcurre gran parte de su proceso terapéutico.


Pero lo de Social no tiene solo que ver con la idea de Terapia de Grupo, y de Familia, sino sobretodo con la construcción de un sistema de relaciones interpersonales lo suficientemente reglado y normatizado como para conseguir :


- Que los asistidos actúen su disfunción de la conducta (sin llegar al ejercicio de la violencia física ni verbal exagerada), y que esa disfunción pueda ser devuelta pero en palabras ya sea por otro asistido, o por el equipo técnico, a fin de permitirle al usuario del servicio tomar conciencia de la manera en que su comportamiento es sintónico con un estilo de vida regido por el uso de sustancias.


- Que los asistidos participen de un espacio donde la presión de la interacción interpersonal posibilite que los sentimientos puedan ser identificados, reflejados, y expuestos, y donde a su vez se sientan protegidos y contenidos. Estamos aquí frente a un contexto que en
lo emocional es vivido como amenazante y protector a la vez, debiendo primar esto último a fin de aumentar la capacidad de retención de los individuos en este sistema.


- Que los asistidos participen de un sistema social donde sus normas y valores sean explícitos e integrantes de una filosofía de vida propia de ese sistema. Muchas C.T. , sobre toda las Inspiracionales hicieron del tema Normas y Valores de convivencia un fin en si mismo, lo cual las hacia practicantes de un conductismo ingenuo, y también acercarse a un peligroso modelo sectario. 

Actualmente en las C.T. profesionalizadas el empleo explícito de Sugerencia y Normas de Conducta y de Valores garantiza en lo superficial una convivencia armónica entre individuos acostumbrados a interacciones psicopáticas, y en lo profundo cuestiona la filosofía de vida de personas que en su demanda de cambio traen implícitamente una crítica a su manera de vivir. Esta crítica permitirá intervenir a nivel de la Visión del Mundo de los asistidos y sus familias.


Pasemos ahora a mencionar la dimensión TERAPÉUTICA de este enfoque.


En un trabajo presentado en el último Congreso Latinoamericano de CT en Viña del Mar, Chile, la especialista en adicciones Elena Goti dice: “Los Terapeutas pueden dar testimonio de casos que se
beneficiaron de la psicoterapia, al contrario, muchos adictos pueden referir largas, frustrantes experiencias mientras sus vidas se deterioraban”. (Goti 1999).


Desde otra perspectiva también se puede atacar al modelo clásico de las C.T. refiriéndose a sus dos puntos débiles mas evidentes: el de no programar la Reinserción Social, y el de definir a la Recaída en drogas post internación como un fracaso del adicto.


Es a partir de la década del 80 que la psicoterapia comienza a aportar valiosos cambios al tratamiento de los adictos. En la psicoterapia, entendida como terapia de la palabra al servicio de la resolución de conflictos interpersonales e intrapsiquicos venia ocurriendo toda una revolución.

El avance de la Terapia Familiar, La Terapia Gestáltica, y el Psicodrama, y las distintas Terapias de Modificación de la Conducta fueron ingresando de manera experimental y paulatina, pero decididamente, al mundo de los tratamientos de las adicciones en general y de las C.T. en particular.


Estos enfoque en su mayoría fenomenológicos encajaban con las C.T. pues sus propuestas eran fundamentalmente operativas, podían utilizarse en contextos grupales, buscaban el cambio en la conducta de los asistidos, y tendían a valorar los aspectos saludables de las personas.


Muchos profesionales que trabajaban desde estas líneas teóricas propusieron importantes alternativas al trabajo con adictos, lo cual enriqueció el enfoque del que estamos hablando.


Algunas de estas teorías son:


- El trabajo con familias. En muchas CT clásicas la participación de la familia o era rechazada de plano, o era utilizada solo como una fuente de información sobre la historia del adicto, o era puesta en
escena solo para que el asistido descargara en uno o dos encuentros, a la manera de catarsis, los sentimientos que en bruto guardaba hacia los suyos. A partir del desarrollo de la Terapia Familiar Sistémica, y sobre todo con los aporte de Duncan Stanton y Judith Landou, la Familia fue entendida como una unidad de intervención terapéutica (adicto incluido) la cual debía en su totalidad experimentar un cambio en su modelo interaccional y visión del mundo.


La Pregunta central del terapeuta ante la familia dejó de ser ¿Porque el adicto comenzó a drogarse? A ser ¿Que hay en este sistema que sostenga al adicto en la droga?.


El trabajo con familias implicó en la práctica una posibilidad de acortar el tiempo de internación en C.T. y fue clave para el desarrollo de los dispositivos de asistencia ambulatoria o de semi-internación.



El trabajar con Familias implicó una apertura de foco en el campo de intervención. Ya no se opera solo sobre el Adicto-Enfermo, ahora se considera la Familia Disfuncional. Y aún se avanzó mas, pues el foco se amplio al trabajo sobre el ecosistema del asistido (familia extensa, amigos, lugar de trabajo, escuela, barrio, etc) y por lo tanto al trabajo en Redes.


Esto significó que si bien muchos adictos no cuentan con una familia con la cual trabajar, si tienen por lo menos algún punto de apoyo positivo que se deberá considerar en el trabajo terapéutico.



- Los Terapeutas que trabajaban desde los Procesos de Cambio como Prochaska, DiClemente y Norcross ofrecieron a los terapeutas un marco que permite saber en un determinado sujeto el estadio de preparación para el cambio en el que se halla, y
Modelo Transteórico del Cambio de Prochaska. Fases.
establecer desde allí una estrategia de trabajo tendiente a ayudar al adicto a superar su ambivalencia a proseguir con el tratamiento.



Esta contribución implicó en la práctica una mejora en los procesos de admisión a tratamiento, dispositivo que como preparación para la internación en C.T. por ejemplo fue iniciado por los italianos del Progetto Uomo a comienzos de los años 80.


Los adictos que llegan a tratamiento lo hacen con la fantasía de que podrán drogarse de vez en cuando mientras se produce el esperado cambio. Esta ambivalencia vuelve inestable cualquier compromiso del asistido a su programa terapéutico, abordarla estratégicamente significará trabajar en una línea de tolerancia por parte del técnico y con exigencias prudentes.


En la jerga de la antigua manera de trabajar con adictos se solía decir “Hay que esperar que toque fondo”, hoy esto se ha modificado. Trabajar desde los Procesos de Cambio implica reconocer y respetar pero a la vez intervenir según el estadio en donde al adicto que demanda ayuda se encuentra.


También la Teoría del Cambio de Paul Watzlawick fue retomada por ejemplo por especialistas como el Cognitivista Washton quien propuso entre otras cosas acompañar al adicto a construir la creencia de que es en verdad impotente frente a las drogas para recién desde allí comenzar con una estrategia de cambio escalonada.


Una de las contribuciones mas ricas que las Teorías del Cambio ponen en manos de los técnicos es el de generar en ellos un marco de pensamiento que se traduzca en una actitud mas paciente y menos ansiosa a, paradógicamente, expectativas de cambio.


- La dificultad propia de los adictos en verbalizar sus sentimientos y emociones, hicieron de la Terapia Gestalt y del Psicodrama validos y utilizables recursos. Tanto Perls como Moreno entendieron esto de que “la memoria está en el cuerpo”.


Si con un adicto no puedes hablar, lee lo que actúe, y desde allí acompañarlo en la verbalización y en el reconocimiento de lo que él mismo ignora que le pasa. Una manera de entender la función de la droga en el adicto es la que nos indica de que quien se droga lo hace para no experimentar sentimientos sino solo sensaciones. El adicto no soporta sus emociones, ni las puede diferenciar. Sentir le
Moreno, el "Padre" del Psicodrama. Fué clave en trabajo con
adictos, donde la palabra estaba obstruida, y el cuerpo "hablaba".
espanta. Por ello un proceso asistencial implica penetrar en esa cápsula en la cual están metidos sus sentimientos mas allá del efecto químico de las drogas.



La Gestalt y el Psicodrama son dos vías que la Terapia nos da para destrabar el bloqueo emocional de los adictos y que tienen de meritorio el poder ser aplicados en contextos grupales.



- Por último mencionaremos las distintas Terapias de la Modificación de la Conducta que mas allá de sus diferencias tienen en común que se basan en las diferentes teorías del aprendizaje.

 La utilización de estas teorías dieron lugar a diversas propuestas de trabajo entre las que se destacan:


Los Programas de Prevención de Recaídas instrumentados por Marlatt y Gordon quienes elaboraron planes de intervención a fin de adelantarse a las Recaídas en el consumo de drogas que hasta ese momento o se definían como fracasos de tratamientos, o implicaban sanciones a los reincidentes por parte de los programas terapéuticos, todo esto sin entender la posibilidad de aprendizaje que supone el reencuadrar la recaída en el concepto de proceso de rehabilitación.


La Adicción a la Cocaína, de Washton texto clave para
quien quiera aprender sobre "Prevención de Recaídas".
También Washton en su trabajo específico con cocainómanos priorizó el trabajo sobre este concepto. En uno de sus escritos dice “El adicto en recuperación a menudo se aventura a asumir un riesgo, pero si le sale mal, si lo rechazan o fracasa, allí termina todo. Utiliza su fracaso para reforzar los mensajes autocríticos ““Ven, yo sabía que no iba a dar resultado””, pero para recuperarnos debemos estar dispuestos a salir al encuentro del mundo real, y en el mundo real las cosas no siempre salen como por arte de magia, tal como queremos. Creer esto sería volver a caer en el modo de pensar adictivo”.


Los Programas de Prevención de recaídas son intervenciones terapéuticas aplicadas con un encuadre educativo, algunos de sus temas que se trabajan con cuestionarios, grupos de discusión, o seminarios son: señales de alerta ante la recaída, manejo del stress, como enfrentar pensamientos negativos, reconocer sentimientos, preparar estrategias para encarar situaciones de riesgo, reconocimiento de situaciones o pensamientos que gatillan las ganas de drogarse, y otros.


En síntesis, en el terreno de lo Terapéutico nuestro enfoque toma teorías que se traducen en técnicas de intervención sobre los siguientes aspectos del asistido:


- Familiares y de Redes Sociales
- Emocionales.
y
- Sistema de Creencias y Visión del Mundo.


Por último hablaremos sobre el aspecto EDUCATIVO de este enfoque.


Sabemos que hay un alto porcentaje de adictos que por su adicción u otras razones abandonó sus estudios (si alguna vez formó parte del sistema educativo), o perdió su trabajo (si alguna vez formó parte del sistema productivo). Sabemos también que uno de los problemas mas graves en el mapa epidemiológico de Latinoamérica son los niños consumidores de inhalantes que no van o abandonan la escuela (la Fundación Casa-Alianza de Costa Rica los calcula en 40.000.000.-).


Esta realidad nos pone frente a un desafío enorme, si es que queremos abordar la drogadicción como lo que es, no solo un problema de la salud, sino también un problema de desarrollo e inclusión social.


La estigmatización es la variable que mas dificulta la inserción
social de un consumidor de drogas.
Lo dicho significa en que nuestro país la Reinserción Social del adicto es un problema no solo debido a todos las dificultades que se nos ocurran ver en la asociabilidad de los adictos, sino
también por las características propias de nuestra sociedad que cada vez se vuelve mas excluyente.


Por ello quienes trabajamos con adictos no encontramos también frente a un problema ético, planteado a la hora de definir hacia qué población destinaremos nuestro servicio, hacia que sector van dirigidas nuestras propuesta terapéuticas.


Se limita grandemente la eficacia de un tratamiento de un adolescente que resolvió su problema de relación emocional con su madre, y abandono las drogas, si luego a la hora de terminar el tratamiento no se reincorporó a la escuela o aprendió un oficio.

Igual pasa con el tratamiento del adulto que logró abandonar las drogas, y mejorar sus relaciones familiares, si a la postre no sabe como buscar un trabajo, y preparar un mínimo curriculum.


Muchos tratamientos fracasan simplemente porque no se preparó a los asistidos para enfrentar los desafíos cotidianos de una sociedad jerarquizada y competitiva.


Alguien que llega a tratamiento después de muchos años de consumo lo hace con un repertorio de habilidades sociales sumamente limitado, y seguramente con estudios o trabajos truncados.


Por ello en un tratamiento se debe aprovechar al máximo el tiempo que un asistido deja en la institución. Un solo día que pasó internado un adicto, es toda una inversión de tiempo que debe ser capitalizada de alguna forma.


Incluir el aspecto Educativo en este enfoque implica ponerse objetivos individuales a fin de preparar al asistido para enfrentar la sociedad con la mayor cantidad de herramientas posibles, a fin de garantizar una buena Reinsercion Social.


Por eso se debe incluir en los programas de tratamiento procesos de educación sistematizada que apunten sobre todo a:

- Estimularlos a la educación sistemática a través de la incursión progresiva en temas generales

- Incorporar o Reincorporar a los usuarios al sistema educativo de ser posible.

- Ofrecer capacitación en Oficios diversos.


- Prepararlos para enfrentar desafíos como la búsqueda de trabajo.




Conclusión:


Hoy en día los tratamientos para adictos son diversos porque los adictos, sus familias, y su realidad social son diversas también.

El enfoque de trabajo socio-terapéutico-educativo expuesto pone en evidencia la necesidad de incluir en el trabajo con este problema la mayor cantidad de teorías posibles que sean capaces de complementarse entre sí.


Presentar este enfoque de trabajo en un congreso de Neuropsicofarmacología como este es una signo de que el problema de la drogadependencia debe ser abordado con coherencia desde todos los aspectos que hacen al fenómeno humano.


Si bien hoy nadie puede negar hoy día el componente neuro-bilógico de la adicción, el aporte de los descubrimientos genéticos a la comprensión del problema, y las distintas alternativas de abordajes farmacológicos, nadie puede decir que la drogadicción esta por ser vencida en alguna parte del mundo.


Las variables culturales, psicológicas y sociales que intervienen en este problema tienen un peso específico innegable y extraordinario en comparación con otras patologias del campo de la psiquis.


Sin embargo a pesar de todos los avances en la ciencia actual es común observar que discursos científicos que se presentan como antagónicos y excluyentes el uno del otro pueden con un esfuerzo de la voluntad y desde una posición lo mas humilde posible ser vistos como complementarios.


Pero en lo personal pienso que hay un asunto que debe quedar siempre lo mas claro posible, por respeto a las personas adictas a las que pretendemos ayudar, ya que confundirlo resulta a veces tan común como dañino.


Me refiero a una diferenciación que puede resumirse en una frase muy pequeña pero a la vez cargada de sentido, y mas si es dicha en un congreso de neuropsicofarmacología como este:
una cosa es hablar de drogas y sus efectos, y otra hablar de adictos y sus necesidades terapéuticas.



Lic. Juan Carlos Mansilla
Psicologo
Terapeuta Familiar
Docente Unviersitario.
Presentado en Córdoba Congreso Internacional de Neuropsicofarmacología.

Córdoba - Mayo 2000

Rol del Operador Socioterapéutico en una Comunidad Terapéutica.

El Rol del Operador Socio-Terapeutico en el marco de la Comunidad Terapéutica


juanenlinea@gmail.com
@juanenlinea


Texto complementario: El Modelo Socio-Terapéutico-Educativo


Lic. Juan Carlos Mansilla
Presentado en Encuentro Nacional de Fonga 1998. Buenos Aires.


Comencemos con una pregunta básica: ¿Que justifica la existencia del Operador Socioterapeutico-educativo (O.STE) en el campo de la drogadependencia ?. Habiendo tal diversidad de profesiones y roles como la psicología, la sociología, medicina, laborterapia, etc. etc. ¿Cuál es la razón que nos hace hablar del "Operador Socioterapeutico" como un rol técnico en si mismo?.


La pregunta por la justificación del rol de Operador Socioterapeutico-educativo nos ubica frente a un problema que nos sirve como punto de partida válido a la hora de reflexionar sobre este "técnico" surgido en el trabajo social de campo.

Es esta una pregunta que nos lleva a pensar, si es que este Operador no es un invento innecesario, que en los roles de las profesiones típicas citadas mas arriba existe una especie de "hueco"  que justifica la aparición de esta nueva función.

Este "hueco" del cual hablamos tiene que ver con la estereotipia en la que muchas profesiones y modelos institucionales cayeron, trayendo como consecuencia la construcción de roles profesionales e institucionales rígidos en lo funcional, distantes en lo personal, y que reducen las personas a sus problemas o patologías, y sumamente atomizantes en el sentido de que se especializan en trabajar solo con algunos aspectos de la persona.

Esta manera tan focalizada de encarar la tarea sin duda que ha encontrado muchos espacios donde tener éxito. En el campo de la educación el formar médicos especialistas en riñones,  en la psicología inventar test para una buena selección de personal, en la sociología descubrir variables precisas para un análisis macro etc. etc. son ofertas de especialización que seguro tienen un espacio para su desarrollo.

Sin embargo en el terreno de la drogadependencia no se encontró un aspecto preciso y definido de la conducta y la vida humana sobre el cual hacer énfasis, y que tomado aisladamente dé claves suficientes para la solución de este problema.  Por el contrario, lo
planteado en torno al adicto abrió el juego a un amplísimo margen de puntos de vista lo que permitió que fuesen muchos los discursos desde los cuales se intente brindar respuesta a este fenómeno. Propuestas venidas de la psicología (de casi todas sus escuelas), medicina, trabajo social, religión, sociología, ex-adictos, y opinión pública, intentaron alcanzar la palabra o el método justo para la solución del problema buscado.

Los que nos ubicamos dentro de la corriente filosófica de trabajo surgida a partir del nacimiento de las Comunidades Terapéuticas para Drogadependientes hemos ido con el tiempo construyendo una identidad de trabajo propia y original, que todavía se encuentra en desarrollo, y que nunca debería perder su carácter de "experimental".

Esta nueva realidad de trabajo creada con el surgimiento y evolución de este movimiento explica entre otras cosas la creación de algunos de los siguientes aspectos distintivos incluidos en esta incompleta lista:

1º Un "lenguaje" particular propio de las C.T. y sus dinámicas.

2º La generalización del uso en estas instituciones de la  llamada "Filosofía".

3º El énfasis puesto en el trabajo sobre los "valores" o "principios éticos o
de conducta" de los asistidos y de los Staff.

3º El empleo de "Técnicas" o herramientas de trabajo características y diría hasta casi privativas de esta labor.

4º La tendencia a una relación interinstituiconal entre los distintos "Programas" o Cs.Ts.

5º  La figura central del técnico definido como "Operador Socioterapeutico-Educativo".

Sin dudas que la presencia y función del "Operador Socioterapéutico-Educativo" ha sido una de las características distintivas de nuestro movimiento, y sobre el cual aún queda mucho por investigarse y escribirse.

Este Operador puede ser una persona con algún título profesional vinculado preferentemente a la salud o el trabajo social, o alguien idóneo ya sea por su experiencia de vida (caso de los ex-adictos), o por su vocación por este servicio.

Su trabajo se plantea no tanto en el nivel de la Interdisciplina, sino mas bien en el de la Trans-disciplina. Esto significa que las habilidades y conocimientos propios de un técnico OSTE no le vienen dadas desde algún saber tradicional, sino que se encuentra mas allá de cual sea su disciplina.

Esto no significa que el Operador deba renunciar a todo su bagaje de conocimiento anterior, ya sea este vivencial y-o teórico-científico, sino que a éste conocimiento debe añadirle el propio  perteneciente a la línea de Cs.Ts.

Tampoco con lo dicho se pretende descalificar el ejercicio de la interdisciplina. Esta modalidad es de absoluta necesidad para el ejercicio de cualquier trabajo actualmente se proponga la rehabilitación y la reinserción social de cualquier individuo, mas allá de su problemática. 

El asunto mas bien consiste en entender al trabajo de Operador como una práctica o función en la cual me puedo colocar independientemente de alguna otra profesión que tenga. Yo puedo ser un psicólogo que hace por ejemplo terapia familiar, y trabajar en ese rol cuando estoy en una sesión. Pero cuando estoy en la convivencia de una C.T., o dentro de la dinámica de una Casa de Reinserción, o Coordinando un grupo de Tratamiento Ambulatorio, puedo funcionar válidamente como un Operador.

Hemos llegado de nuevo al punto de partida que en forma de pregunta formulamos al comienzo de este trabajo: ¿Cuál es la razón que nos hace hablar del "Operador Socioterapeutico" como un rol técnico en si mismo?.

Proponemos responder esta pregunta distinguiendo desde diferentes perspectivas, las cuales nos ayudaran a entender los aspectos distintivos de este rol.

A continuación presentaremos y comentaremos tres aspectos básicos, distintivos de este rol, que pretenden invitar a pensar aspectos de la actitud y la visión desde la cual conviene que el Operador despliegue su tarea.


1.- El Operador Socioterapeutico-educativo y su manera de Definir el Problema de la Drogadicción:

El OPSTE, entiende al adicto como alguien que sufre de un problema que va mas allá de la relación entre un individuo y el consumo de sustancias. El adicto es alguien que adhirió a una determinada manera de vivir, de planificar su futuro, y de relacionarse con el mundo, con su familia, y con sus semejantes. Visto así “ser Drogadependientes”, significa participar de una determinada identidad, construida a partir de un aprendizaje social.

Este aprendizaje nutrió al adicto de una serie de habilidades sociales, y de un estilo interaccional puesto en juego en sus relaciones interpersonales, basados en valores o principios propios del mundo de la “cultura de la droga”.

La manera en la cual el adicto se presenta al mundo y se relaciona con él es una clave capitalizada por el modelo socioterapeutico-educativo, que no hace otra cosa que reflejar, criticar y devolver a éste esa manera distintiva de ser-en-el-mundo, mostrándole la filosofía en la que esa manera de ser se fundamenta, y ayudándole a construir otra nueva, a fin de que, abriéndosele el horizonte de la elección, pueda escoger y construir otra identidad de la de “ser-adicto”.

Entonces el OPSTE se encarga de “crear” un contexto social nuevo como lo es la Comunidad Terapéutica y sus tratamientos derivados
(Ambulatorios, Casa de Día, Hospital de Noche, Reinserción Social, etc.). En estos contextos el OPSTE participa de manera dinámica, convirtiéndose a si mismo en una especie de “artesano de nuevas relaciones interpersonales ”, que obligan al asistido a redefinir y reconstruir continuamente distintos aspectos de su identidad.

Al entender el OPSTE que el problema del adicto se basa (entre otros aspectos) en una filosofía de vida definida, sus intervenciones tenderán a discriminar qué tipo de interacciones o manifestaciones de su conducta muestran esta filosofía “en acción”, y responderá iniciando en el asistido un proceso de interrogación y dilucidación sobre cómo su manera de comportarse sostiene su identidad de adicto. 


 2.- El Operador Socioterapéutico-Educativo y su función “pedagógica” y “mayéutica”, o "La Metáfora de Sócrates".

Sócrates era un filósofo que privilegiaba el encuentro interpersonal en el campo de la educación. El entendía que era mejor una buena discusión a una buena lectura o discurso. Seguramente que por su vivencia familiar (su madre era partera), denominó “mayéutica” o “arte de alumbrar (dar a luz) los espíritus” a aquel tipo de encuentro donde el filósofo, a través de inteligentes preguntas lograba poner en crisis la visión del mundo de su interlocutor, a fin de permitir el surgimiento de nuevas perspectivas de los temas en cuestión.

Visto así, podemos decir que Sócrates utilizó el "confronto" como una herramienta en su oficio de filósofo-educador. Los diálogos de Platón, donde éste muestra al Sócrates cuestionador y reflexivo, es una bellísima muestra del confronto-educativo.

Lamentablemente el concepto de "confronto" tiende a asimilarse, por un mal uso de esta herramienta, a ideas como reto, enfrentamiento, u oposición.

Sin embargo al "confronto"  conviene que se lo entienda como un encuentro interpersonal donde alguien es cuestionado en su conducta, a fin de que pudiendo reflexionar sobre ella, obtenga algún tipo de aprendizaje que le dé mas aptitud para la vida.

El "confronto" es una intervención que siempre en último término persigue fines educativos. Pero entendiendo esta "educación" como proceso de apertura del asistido a visiones nuevas, a partir de su propia capacidad, y no pensada como un "bajar líneas" o "proceso de adoctrinamiento" a partir de supuestas "verdades" y "principios" que deben venir de fuera e introducirse en los adictos en rehabilitación.

Por eso, Sócrates es una buena metáfora para un OPSTE. El gustaba de enseñar a través de conversaciones que mantenía junto a quienes caminaba. No era su estilo que los demás le escuchen pasivamente, sino que rompía con la estereotipada imagen del "docente que enseña", para pasar a  construir una escena donde el aprendizaje era una dinámica de la reflexión.

Las estructuras de Rehabilitación de Adictos surgidas a partir de las
Comunidades Terapéuticas, llevan su Talón de  Aquiles en la tendencia que las lleva a sobre-estructurarse,  o ultra-disciplinarse. Caer en estos extremos deriva a que en la institución se instale una fuerte tendencia expulsiva hacia aquellos residentes que no adoptaron la ideología de la organización, aún a pesar de que tengan chances para el cambio. Y en un marco excesivamente rígido de convivencia, la educación siempre degenera en adoctrinamiento.

La metáfora de Sócrates en cambio nos lleva a ver en el OPSTE un compañero de camino durante el paso de los asistidos por la C.T. por ejemplo. Compañero que cuestiona, interroga, rescata los aspectos positivos de los residentes, comparte nuevos valores, critica valores antiguos, y todo lo hace desde una actitud de respeto a los tiempos y momentos por los que cada residente pasa en su proceso de cambio.

Esto no significa que el OPSTE se convierta en alguien "blando"
que favorezca la indisciplina en el grupo de asistido. No tiene que ver con la función del Operador como responsable del control social. De lo que se trata, y este  el tema de fondo al fin de cuentas, es que el Operador ejercite una actitud lo suficientemente tolerante y cuestionada como para permitir que el asistido actúe de su disfunción lo que necesita actuar, y que así pueda verlo, y a lo mejor cambiarlo.

El OPSTE debe combinar esto con una muestra de suficiente  firmeza como para transmitir con claridad, a todos sus asistidos, de que mientras él este presente contribuirá con su trabajo a facilitar los cambios que cada uno de los asistidos busca en ese contexto terapéutico-educativo.

Por otra parte el OPSTE debe ayudar a instalar dentro del contexto terapéutico en el que desarrolla su trabajo un código interaccional similar al que él utiliza para con los asistidos.

Su manera de relacionarse con el grupo, y de marcar la pauta interaccional contribuirá a que en su ámbito de trabajo se cree una oportunidad para el aprendizaje social entre los asistidos. De esta manera el Operador se convertirá en un modelo a imitar, pero no modelo en el sentido moral de la palabra sino en el sentido funcional.

  
3.- El OPSTE y su manejo del "Marco" de trabajo.

Cuales son las herramientas esenciales de un Operador ?:

         a.- Su estilo Interaccional  y
         b.- El “Marco” en el cual trabaja.

El estilo Interaccional al que el OPSTE conviene que tienda, debe hacer de la distancia entre él y el asistido un campo de fuerzas siempre a equilibrar. Aquí es donde hablamos de la Distancia Instrumental Operativa como un concepto básico sobre el cual el Operador debe trabajar.

Entendemos como Distancia Instrumental Operativa al grado de cercanía-lejanía emocional que se guarda frente a un asistido de tal
manera que permita instrumentalizar técnicas de intervención terapéutica a fin de que el punto de encuentro interpersonal entre el Operador y el Asistido resulte en un campo de operación psico o socioterapéutica

Pero esta herramienta conceptual para la interacción,  y lo de lo que ella surge, no es la única con la que el Operador cuenta, pues ésta se escenifica en un contexto mayor al cual llamamos “Marco Social”.

El Marco Social  hace referencia a la estructura témporo-espacial en la cual prosperan todas las interacciones interpersonales. El Operador se mueve dentro del Marco,  y es quien lo nutre de significado.

Una C.T. es un Marco Socioterapeutico-Educativo donde la distribución que allí se hace de los tiempos y de los espacios no es caprichosa ni infundada, sino que pretende contribuir, como un estímulo imprescindible, a la rehabilitación de los adictos.

Una de las particularidades del modelo socioterapeutico-educativo consiste justamente en Jerarquizar la función del Marco a punto tal de que el asistido encuentre en su pertenencia a ese contexto, oportunidades para su desarrollo personal.

En este sentido el Marco de una C.T., y los elementos que lo integran configuran una “micro-cultura” con sus rasgos distintivos,
espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que la caracterizan y le dan identidad.

El Operador debe ser un elemento dinámico de ese Marco, con autoridad para modificarlo y perfeccionarlo en orden a los objetivos buscados en el tratamiento.

El Marco debe estructurarse, al servicio de los asistidos, siguiendo la estrategia institucional. Y los Operadores deben cuidar de que éste no sea un objeto indiscutido, sino una herramienta de trabajo siempre experimental y por lo tanto siempre perfeccionable.

La distribución del “espacio” dentro de una C.T. es muy particular. En la vida normal y cotidiana, la vida humana y animal se caracteriza por tener un patrón de conducta que se traduce en la territorialidad.

La territorialidad es el espacio que cada cual defiende como suyo y al cual toda invasión activa una respuesta agresiva. Todos tenemos
un actitud de territorialidad frente a nuestra propiedad, y nuestros sentimientos por ejemplo. Y no dejamos que otro penetre en ella así porque sí.

En el trabajo socioterapéutico sin embargo, la territorialidad de los individuos es reducida a una mínima expresión. Justamente la Comunidad Terapéutica es “Comunidad” porque se basa en todo lo positivo que tiene la agrupabilidad de los adictos en tratamiento.

El Operador de la C.T. se mueve entonces  en un terreno donde sus residentes están bajo un Marco que los obliga a exponerse mucho mas de la media normal. Entonces la emociones y sentimientos que esta exposición genera, produce en ese ambiente una mayor tensión.

Es parte del papel del Operador dinamizar un estilo de convivencia donde los residentes se sientan protegidos y expuestos a la vez. Protegidos de actitudes de  incomprensión o falta de contención de todo lo que se les genera en ese Marco, y expuestos a ese territorio común donde el cerrarse, el introvertirse, el aislarse, es connotado negativamente.

Por esto hablamos del Operador como quien “pone el cuerpo” en su trabajo. El convive en un territorio donde lo intimo y personal tiende a movilizarse para que se socialice y exprese. Circula por la C.T., ocupa todos los espacios, acorta las distancias individuales, y funciona como modelo de convivencia.

Esta función del Operador como "modelo de la convivencia" lo convierte en una herramienta donde los asistidos al observarlo actuar e interactuar, aprenden de su estilo y dinámica, y de esta manera se va instaurando un estilo de convivencia en la C.T.

Como toda estructura cerrada y altamente normativa tiende o a rigidizarse o a rebelarse en pleno contra sus propia estructura, el Operador debe estar atento a instaurar él la dinámica de la C.T. . De esta manera intervendrá periódicamente para hacerla mas rígida o mas flexible, mas jerárquica o mas democrática, de ritmo  mas rápido o mas lento, etc. etc.  

De la manera como el Operador se mueva en los espacios de la C.T. se moverán también los residentes, si es que el modelo de vínculo interpersonal que se ha instalado, responde a la filosofía de la autoayuda.

En tratamientos ambulatorio el espacio no es un dato menos importante que en la C.T.. En los encuentros grupales el asistido descubrirá e incorporará entre otras cosas nuevas modalidades de relación interpersonal, que luego aplicará y acomodara mediante procesos de regulación conductual, a su contexto de vida cotidiano ajeno a la institución.

Por otra parte todo proceso terapéutico implica el paso por diversas etapas, y en este sentido el itinerario de la rehabilitación de drogas
desde el modelo socioterapeutico-educativo supone que el asistido va cada vez ganando territorio personal a medida que pasa el tiempo de su tratamiento.

Si como dijimos  mas arriba, el espacio personal de los asistidos es al comienzo del tratamiento reducido en su extensión,   con el paso de las sucesivas etapas, ese espacio personal crece y se estructura alrededor de un estilo de vida sin drogas. 

Por lo tanto el Operador también debe estar atento a esa evolución, dando a cada asistido la oportunidad para ir construyendo sus espacios personales a medida que se avanza hacia la reinserción social.

El factor  "tiempo" en el Marco de una C.T. es otros de sus elementos principales.

Sabemos que el tiempo no solo es una realidad objetiva, medida en horas  y minutos por ejemplo, sino también una percepción subjetiva de cada individuo y de cada grupo social o cultura.

Las situaciones de aislamiento social, o de presión grupal, generan en los individuos un vínculo muy estrecho con el tiempo, el cual se convierte  en una carga angustiante que se intenta superar mediante el rechazo: se busca que el tiempo "pase", "corra", "circule", y que me “toque” lo menos posible.

En una estructura asistencial modelo C.T. sin embargo, se debe tener como objetivo que el asistido perciba al tiempo como algo que aprovechar, como un elemento positivo.


El adicto es dueño de una concepción del tiempo muy particular. Su vida se fija en una especie de presente continuo, de "aquí y ahora", en la cual pierde su capacidad de proyectarse y de construir un plan de existencia evolutivo, y desplegable en el tiempo.

La búsqueda en la droga  de una inmediata satisfacción del deseo, hace con el paso del tiempo una profunda huella en la percepción temporal del adicto. Es como si el tiempo para él dejara de pasar.

En virtud de ello, en el Marco de un proceso de rehabilitación los asistidos deben volver a tomar contacto con una percepción del tiempo mas concordante con la cultura y sociedad a la que pertenecen.

La exigencia del cumplimiento de los horarios, la planificación de las actividades, la realización de trabajos que deben iniciarse, desarrollarse, y concluirse, en síntesis la manera en la que tiempo se distribuye en un tratamiento de rehabilitación sea del tipo que sea, tendrán un efecto re-estructurante en la percepción del tiempo del adicto.

El Operador acompañará de esta manera el proceso de los asistidos de forma tal que los devolverá de una "historia detenida" a una  "historia lineal", donde el pasado será trabajado terapéuticamente, el presente vivido como experiencia de aprendizaje, y el futuro descubierto y construido.

El tiempo que se le da a las relaciones interpersonales en una estructura terapéutica; el permitir que el asistido descubra que por una utilización positiva del mismo puede "ganarse" el ser un miembro perteneciente a ese lugar; la valoración del efecto del paso tiempo reflejada por lo que se consigue con el trabajo o estudio, y la sana utilización del tiempo libre; son algunos de los puntos que el Operador tendrá en cuenta a la hora de pensar esta variable en su trabajo.
  

4.- Conclusión

¿Que justifica la existencia del Operador Socioterapeutico-educativo (O.STE) en el campo de la drogadependencia?, ha sido nuestra inquietud inicial para las reflexiones  de este trabajo.

Si bien no hemos respondido en detalle y en toda su extensión a esta pregunta, lo tres aspectos que hemos destacado, son a nuestro entender conceptos claves para definir la actitud desde la cual el Operador debe desarrollar su trabajo.

La manera en la cual este técnico define al drogadependiente, la actitud re-educativa desde la cual trabaja, y la utilización que hace de su marco de acción, son tres ejes que echan una buena cantidad de luz sobre el papel que un Operador debe ejercer.

Pero el Operador no  debe llevar adelante la tarea cargándola en sus espaldas, y sobre su total responsabilidad. Por el contrario su oficio consiste en convertirse en un agente multiplicador de un modelo de convivencia, y de definición del problema de las drogas, que lleve a cada asistido a responsabilizarse de su propio cambio.

El Operador aporta su visión sobre lo que es para el la adicción a drogas, reconstituye la capacidad de reflexión sobre su vida que todo adicto debe lograr, marca el ritmo de la convivencia, devuelve al adicto a una historia lineal, y marca los espacios y ritmos de un nuevo estilo de convivencia.

Pero todo eso lo hace desde una posición de cercanía y en un idioma lo suficientemente sencillo como para que los asistidos lo puedan incorporar a y traducir a la nueva forma de vivir que están buscando construir.

                            -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-


Lic. Juan Carlos Mansilla
Presentado en el Seminario de Fonga, 6-11-98.Bs As.