¿Porqué Cocaína?

¿ Porqué Cocaína ?
(1996)

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(Artículo de opinión , publicado por diario  La Voz del Interior. Enero 1996)

            
¿Quien no escuchó alguna vez hablar de la cocaína ?. Dentro del mundo del consumo de las drogas ilegales, sin dudas la cocaína es la vedette mas destacada. Cuando se habla de drogas por ejemplo, hay un sinnúmero de vías de ingreso a su consumo: el tabaco, el alcohol, los psicofármacos, o la marihuana. Pero la gran mayoría de las veces, el final de este camino tiene un solo nombre: Cocaína.

            Y en los diarios aparece, o a través del noticiero o revistas, un sinnúmero de noticias que describen al delito, la violencia, el descontrol, la perversidad, la estafa y la traición, en un claro vínculo con la circulación de esta droga.

            O a veces no se llega a esto sino que ella aparece ligada a situaciones menos “marginales” o “degradantes”. Y así encontramos a la cocaína mezclada con fiestas, dinero, sensualidad, poder, éxito, fama, y asuntos por el estilo. Sus actores son en este
caso personas conocidas socialmente, o por lo menos incluidas dentro de un red social de prestigio.

            Sin embargo falta algo en este “mapa del consumo de droga”, puesto que entre la marginalidad y la vida farandulezca, vemos (o mejor dicho sabemos) como la cocaína se ubica la mayor de las veces en la vida diaria de muchos hombres y mujeres en apariencia comunes, que no se destacan ni por sus acciones marginales ni por ocupar lugares de supuesto prestigio social.

            Estos son hombres y mujeres que ingresaron en una carrera de consumo que al principio vivieron como algo esporádico, experimental, o de “reconocimiento”. Carrera que la gran mayoría de las veces hace avanzar al consumidor de lugares de “Poder” sobre la droga, a lugares de total “Sumisión” a esta misma sustancia.

            Así sutilmente se ingresa a la categoría de probador de drogas, luego se pasa a ser un consumidor, y por último se obtiene el pase al mundo de los adictos, sin quizás percibir ese individuo sus peligrosos cruces de frontera, y su ingreso paulatino a un mundo de códigos, creencias y valores propios, caracterizado en su última fase por el descontrol y la desesperanza individual y familiar.


            Pero, ¿Porqué Cocaína?, ¿Cuál es la razón por la cuál es esta la droga reina en el mundo de los adictos?, ¿Cuál es la trampa que esta sustancia tiende a los que juegan con ella?, ¿Cómo se puede describir el espejismo en el cual el cocainómano creyó?.

            Ensayemos algunas respuestas. Nuestra sociedad es básica y literalmente una sociedad de consumo. Esto significa que nosotros, sus integrantes, estamos entre otras cosas bombardeados por un mundo publicitario que por un lado nos inventa cada día distintas y nuevas “necesidades básicas” y por otro nos ofrece a la venta artículos y servicios con los cuales esas “necesidades” pueden ser ampliamente “satisfechas”. 

            Esas “necesidades” de las que hablamos están íntimamente relacionadas a un mundo de valores que esta sociedad embandera.
Así, el “confort”, la “diversión”, el “éxito”, el “reconocimiento social”, el “lujo”, el “placer”, el “poder”, la “personalidad”, etc. etc. son asuntos que en una sociedad de consumo como la nuestra disfrutan de gran reputación y siempre se construyen en torno al “Tener” y nunca en torno al “Ser”. 

            “Si tengo un automóvil de tal marca, y vivo en una zona de la ciudad bien calificada, y paso mis vacaciones en ciertos lugares, y me visto con ropa de esa calidad, y consigo estar en la agenda de muchas personas, pues bien !Qué mas puedo esperar de la vida!, -Soy un tipo Exitoso”.

            Pero si bien es misión de una buena sociedad de consumo hacer que pensemos así, el problema radica en  que por mas que uno acepte  pensar así no por ello accederá a una especie de mágica tarjeta de crédito que ponga a su alcance todo lo que quiere “tener” para sentirse un representante digno de los valores de esta cultura consumista. O pero aún, tampoco significa que por mas que uno alcance el podio del “éxito” social, se sentirá pleno, realizado, y satisfecho.
           
            Aquí es donde  muchos hombres y mujeres comunes se “fisuran”: quieren sentirse poderosos, sociables, seductores, avasalladores, gente de acción, exitosos, seguros de sí mismos, dinámicos, convincentes, estratégicos, pero no lo consiguen. Conocen a lo que quieren llegar pero, o no conocen el camino, o si lo conocen nunca logran el dinero para pagarse el boleto.  

      
      La cultura del consumo en este cuadro, hace las veces de la zanahoria puesta delante del burro, que éste trata de atrapar aunque sin éxito, pues su mismo paso hacia adelante es el que lleva su incentivo hacia atrás. “Y cuanto mas voy pa allá, mas lejos queda... cuando mas de prisa voy, mas lejos se va”.

            El panorama es entonces bastante claro. Te ponen un objetivo social, y luego te hablan maravillas de él. Te muestran un puñado de gente que lo logró, y te sugieren que te digas a ti mismo “yo puedo”. Por último te dejan solo con la orden “inténtalo”, y te instalan en la ruta una andanada de puestos de peaje. ¿Los resultados?, algo así como una especie de refinado canibalismo, que en ciertos círculos recibe el desafiante nombre de “Competencia”.

            Su majestad la Cocaína se presenta entonces y solo entonces. Ella viene a ser esa especie de zanahoria que persigue el burro, solo que con la pequeña diferencia de que no retrocede a la demanda. ¿Quieren sentirse poderosos, sociables, seductores, avasalladores, gente de acción, exitosos, dinámicos, seguros de sí mismos, convincentes, estratégicos?, ella promete entregarte a esas sensaciones.
          
   El testimonio de los adictos demuestra que su inicio en el consumo de esta sustancia estuvo ligado al logro de la mayoría de esas experiencias descriptas. La cocaína les “sirvió” para conseguir una serie de sensaciones por un camino tan corto como insano e inútil. Pues esos mismos testimonio muestran cómo esta droga les permitía construir un mundo engañoso, virtual, laberíntico, que terminaba siempre mostrando su aspecto destructivo.

            Lo dicho trata de mostrar como el consumo de cocaína “encaja” con propuestas muy fuertes de una sociedad consumista. No es casual que sea esta droga la que se está instalando en las grandes urbes desplazando a las demás.

            Los “yuppies” de la sociedad norteamericana, los empresarios japoneses, los jóvenes europeos y latinoamericanos, en
todos lados la cocaína encuentra lugar para instalarse. Ella es algo así como un hijo natural que la civilización contemporánea no quiere reconocer como suyo.

            Visto de esta manera, entenderemos que para contestar las preguntas que nos plantea el fenómeno social de la adicción a cocaína, debemos a fuerza de honestidad plantearnos también preguntas que nos ayuden a criticar el espíritu de  nuestra propia cultura, y esto no para justificar a los cocainómanos sino por lo menos para no justificar a los que no lo son.

                                                                                       
                        


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