Tribus Urbanas y Consumo de Sustancias


Tribus Urbanas y

Consumo de Sustancias

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@juanenlinea
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Texto Complementario: La Señal del Extasis

Artículo publicado en LiberAddictus núm. 82,
noviembre-diciembre de 2004.
ISSN 1405-6569

Juan Carlos Mansilla*
Trabajo presentado en: 
Encuentro de la Red Iberoamericana de ONGs en Drogodependencias. Cartagena de Indias. Colombia. 2004.
Reunión de ONU sobre Juventud y Seguridad en Monterrey. Mexico. 2003.

Permítanme comenzar con una pregunta: ¿Cuál es la fuente de información ideal con la que hoy contamos para ingresar a la visión del mundo de los adolescentes? ¿Cuál es el vehículo simbólico que nos abre la puerta para conocer sus valores, intereses, sentimientos e inquietudes?

La pregunta es importante, sobre todo, si queremos, a partir de ella, encontrar claves que nos permitan planificar programas de prevención de conductas adictivas que interpreten la realidad de los adolescentes, y por lo tanto sean aprobadas por ellos en razón de que hacen a sus intereses y visión de la vida.

Los adultos actuales pertenecemos a una generación que no ha sufrido el problema del consumo de sustancias tal como hoy se presenta entre los adolescentes, por lo tanto el no haber vivido esta situación implica no haber capitalizado una experiencia de vida desde la cual podamos comprender la realidad del adolescente hoy.

Los estudios psicoanalíticos tradicionales sobre adolescentes, por ejemplo loa de Anna Freud, Maud Mannoni o Françoise Dolto, tomaban los diarios de los adolescentes como una herramienta válida para estudiar su psicología y su visión del mundo y de la vida.

Hoy día el recurso de los diarios no es, por lo menos en Argentina, una alternativa demasiado factible ya que no es común encontrar adolescentes que practiquen la escritura de este tipo de texto.

Sin embargo, existe un vehículo cultural mediante el cual la adolescencia se revela con suma claridad, clarificándonos aspectos esenciales de sus creencias, valores, y percepciones.

Si bien la mayoría de las canciones de éxito a las que se adhieren los adolescentes no son escritas por ellos, es cierto también que el grado de adhesión e identificación que los temas populares despiertan son en sí una evidencia de cómo ellos traducen, en forma de canción, muchas creencias, expectativas, malestares y valores que habitan el mundo del adolescente de hoy.


Desde hace algunos meses se escucha repetidamente en las emisoras argentinas una canción compuesta por una banda de rock denominada "Los Piojos", la cual he escogido casi como un pretexto para el armado de este trabajo.

Y digo pretexto sólo porque utilizaré esta canción para ingresar los aspectos de la realidad del adolescente argentino actual que me interesa mencionar, a los efectos de enriquecer la reflexión sobre las estrategias de prevención de las drogas y el alcohol en la época actual.

Leamos la canción y su poesía:

Como Alí

Ciro Martínez (Los Piojos)

Es la nueva sensación, la nueva generación, 
es un salto, es un frenesí
rebotando por doquier, de la villa hasta Blaquier 
soy Jacobo Flash, el saltarín.
Hay un bombo criminal, 
un relámpago virtual, 
hay enanos corriendo por ahí.
Hay mujeres que no son, 
dealer pifia su poción,
y yo recién llegado, de Chajarí.
Rebotín, rebotán, 
de la Vera vera land,
de la pista a la cabina cuantos bichos tiene encima...
Tengo los dedos supersensitivos 
tengo los ojos de Darín.
Y en esta danza soy rey sin corona, 
y en esta danza que no tiene fin, 
yo voy saltando sin par, 
voy a quedar 
voy a quedar como Alí.


Que esta mina me buscó, que esta mina me encontró,
que esta mina no me quiere dejar, 
yo no entiendo qué hay en mí, 
yo no sé qué pasa aquí,
solamente déjenme mirar.
Y yo casi soy doctora, y no duermo ni una hora;

Mohamed Alí

a veces veo al bisabuelo con Dorrego, 
en la cocina, 
y yo soy clop, el nuevo chico top;
arranco el miércoles saliendo, de la oficina.
Y todo el mundo saltando contento, 
porque allá afuera te espera el país, 
y yo me elevo al compás,
d.j. sin paz y desde acá veo Berlín.
Y todo el mundo saltando contento,
porque allá afuera te espera el país, 
y yo me elevo al compás, 
d.j. sin paz y desde acá veo Berlín.
 Y en esta danza soy rey sin corona
y en esta danza que bailo en un ring...
yo voy saltando sin par,
voy a quedar 
voy a quedar como Alí.

Si bien, como decía anteriormente, este tema es escuchado con muchas frecuencia en la actualidad, generalmente no es entendido por los adultos ya que por su manera de estar escrito parece haber sido codificado en clavepara que sobre todo los jóvenes y adolescentes puedan entenderlo.

Por ello comienza reconociendo una ruptura generacional, es la "nueva generación" en la cual se traza una clara frontera, primeramente, entre los adultos y los adolescentes, en donde lo primero que se pone en evidencia son los diferentes códigos existentes entre ambas generaciones.
Decodifiquemos parte de lo que esta canción transmite:

"Voy a quedar como Alí".


El título y el desarrollo del tema hacen mención a Mohamed Alí, el famoso boxeador, que hoy padece el Mal de Parkinson. ¿Por qué menciona esto? Porque el relato de la canción habla de un joven inexperto en participar de fiestas de tipo Rave en donde el consumo de éxtasis es amplio y difundido.

Lo primero que observamos en esto es el nivel de información que los adolescentes tienen de las drogas, información no siempre bien fundada, no sólo por los mitos o creencias erróneas que ellos pueden construirse en torno a las sustancias, sino también por la dificultad que encontramos los adultos en lograr un equilibrio en el tipo de información con la que se debe trabajar en estrategias preventivas.

Para el caso, y como ejemplo, veamos la anécdota de lo sucedido con la relación entre el éxtasis y el Mal de Parkinson.

En el año 2002, George Ricaurte, un investigador farmacólogo, presentó una investigación en la prestigiosa revista Science, en la que demostraba que el éxtasis tomado en medidas recreativas producía, a corto plazo, Mal de
George Ricuarte
Parkinson. Sin embargo, un año más tarde, Ricaurte reconoció que la sustancia sobre la que había investigado era una metanfetamina y no precisamente éxtasis.

Lo curioso es que este estudio —según críticas de otros investigadores— omitió la rigurosidad científica de este tipo de trabajo, y rápidamente sus conclusiones fallidas fueron utilizadas para enviar mensajes a la opinión pública del tipo "lo dañino que es experimentar con el cerebro", de la mano de autorizados funcionarios del Instituto Nacional de Drogas de Estados Unidos.

Sin ahondar más sobre este suceso, vemos cómo desde el mundo adulto se tomó rápidamente el resultado de una investigación fallida, que exageraba las consecuencias inmediatas del consumo de una droga en particular, con el fin de enviar a los adolescente mensajes aleccionadores de intención preventiva.

De ninguna manera intento con esto minimizar los efectos del éxtasis, sino plantear la necesidad que tenemos los adultos de encontrar mensajes claros, creíbles, con información fidedigna sobre las drogas y el alcohol, sin exageraciones que intenten provocar miedo y temor, basadas en la manipulación del mensaje, y sin minimizaciones que esquiven la gravedad del problema.


Por otra parte, la canción no sólo se refiere a posibles efectos del éxtasis, sino también a otras sustancias, expresados en un mensaje codificado, por medio de un nuevo argot, y que presenta el consumo de sustancias como un elemento distintivo del grupo social al que se refiere, que funciona como marcador de contexto, es decir, como ritual que otorga identidad a un modo de pertenecer a determinado espacio social: "Que esta mina me buscó... que esta mina me encontró" parece una referencia velada al consumo de Ketamina, otra droga de uso común en espacios sociales de música electrónica.
Popper, Ketamina, GHB, y Extasís. Drogas de las Fiestas Electrónicas

Resulta significativo que drogas, rituales, creencias y códigos, de los que se habla de manera hermética entre adolescentes y jóvenes, no sean retomados por los adultos en estrategias preventivas.

Hay infinidad de estilos musicales que, a la manera de los antiguos diarios de adolescentes, nos permiten conocer el mundo de estos grupos sociales. En Argentina, por ejemplo, apareció un estilo musical crudo, claro y sumamente directo en relación con el consumo de drogas y alcohol, la violencia y el uso de armas, y su relación con los sectores sociales menos favorecidos: la llamada "Cumbia villera" y que si bien no es el estilo musical que tomé para este análisis, me ha permitido abordar otro subtema de esta presentación: las tribus urbanas.

La Canción "Como Ali" dice an la primera estrofa "...rebotando por doquier, de la Villa hasta Blaquier...". "Rebotar" se refiere al baile frenético y saltarín propio
de la música tecno y de sus fiestas Raves. Pero ¿Por qué esta referencia algo irónica? Porque la voz narrativa empleada en la canción, es la de un supuesto rockero que cayó algo desubicado en una de estas fiestas. Por eso dice "...y yo recién llegado de Chajarí", es decir, un pueblo del interior de Argentina alejado de la turbulenta vida de la ciudad.


Un rockero en una fiesta Rave

La diferenciación social, en este contexto, no necesariamente está dada por la clásica estratificación social signada por el ingreso económico, sino por otro tipo de expresiones y compartires.

Por eso leemos "De la Villa hasta Blaquier", es decir, desde la pobreza a la opulencia (villa miseria y Blaquier, este último un barrio de alto nivel económico). Es como si el mensaje fuese que el consumo de drogas, y toda su parafernalia, segmenta a la población adolescente y joven de una manera distinta y particular.

Es aquí donde el concepto tribus urbanas ayuda en la comprensión de estos fenómenos sociales y sus manifestaciones conductuales. En alguna medida, este concepto trasciende otras conceptualizaciones que buscan interpretar el mapa de los agrupamientos juveniles. Por ejemplo, los conceptos pandilla, o banda de la esquina, integra y a la vez es superado por el de tribu urbana

Nadie como Capussotto, cómico argentino, supo
ironizar y realizar una mejor crítica social al fenómeno
de las Culturas Juveniles.

Esto sucede porque el concepto pandilla, utilizado frecuentemente desde la década de los sesenta, se refiere a agrupaciones más bien ligadas a espacios territoriales que les otorgaban pertenencia y cohesión. La pandilla surgía como una reacción a desigualdades sociales, de la dificultad de acceder a servicios como salud o educación, y funcionaba como un fuerte soporte de la identidad de cada uno de sus miembros. 

El comportamiento surgido de estos grupos implicaba un desafío al orden social adulto, y la estrategia de la trasgresión de normas de convivencia como regla. Probablemente su mundo simbólico no era tan rico como el propio de las actuales tribus urbanas, porque como ya se dijo, la territorialidad era un factor de peso propio de estos grupos.

Si bien hoy siguen existiendo pandillas en el sentido más preciso de la palabra, estos fenómenos sociales han ido modificándose, dando lugar al surgimiento del concepto de tribus urbanas, que no necesariamente están localizadas en sectores determinados del mapa de la ciudad, sino que han ampliado su espacio y enriquecido su visión del mundo y sus rituales de pertenencia. 

Quizá esto último vino a suplir la renuncia a espacios geográficos específicos, pues miembros de una misma tribu pueden pertenecer, geográficamente, a mundos diversos y también a estratos sociales diferenciados. Así lo conceptual ocupó el lugar de lo espacial, y la jerarquía dentro de estas tribus es más horizontal, a diferencia de la jerarquía y distribución de poder dentro de las pandillas.

En el tema que estamos analizando se lee claramente cómo una tribu enfrenta, critica, o ironiza sobre otra. En la expresión algo burlona "Y yo soy Clop, el nuevo Chico Top" con la que se menciona al integrante de las tribus "Rave", hay justamente estas visiones antagónicas que las tribus tienen entre sí, pero no en el grado de enfrentamiento que tienen las pandillas.
Alfredo Natera Dominguez (derecha), quizá el mas destacado
especialista Latinoamericano en Culturas Juveniles

Por otra parte la tribu urbana posee mayor riqueza simbólica, conceptual y ritual, y la trasgresión no es una alternativa obligada de su desempeño social, como sí lo es en el caso de las pandillas.

En relación con el tema del tipo de vínculo que se establece entre los miembros de una tribu urbana y las drogas y el alcohol, hay mucho que decir e investigar. Ya Schütz, el padre de la Fenomenología Social, propuso abordar la comprensión del hecho social desde la significación que los sujetos dan a su experiencia. 

Obviamente que esta construcción de sentido implica la participación activa del observador, y el encuentro íntimo con lo observado.

Mucho enriquecería la interpretación y las estrategias preventivas sobre las drogas tener una conceptualización clara de las tribus urbanas que conforman la realidad de nuestras ciudades ya que conociendo estas construcciones juveniles, estaríamos más cerca de conocer sus códigos de interpretación y, por lo tanto, aumentaría la posibilidad de establecer una comunicación eficaz en el terreno de lo preventivo.

Según el sociólogo francés Pierre Bourdieu, todos los grupos sociales tienen sus representaciones sobre el consumo de sustancias, es decir, su manera de entenderlas y jerarquizarlas en su visión del mundo. Estas representaciones
sociales en los individuos —agentes en términos de Bourdieu (1988)— varían según la posición en la red social y según el habitus, conformando un conjunto o monadas de apreciación y percepción.

Lo interesante de este planteamiento según Bourdieu es que "sólo los agentes del habitus, generador de prácticas y representaciones, poseen el código interpretativo inmediato de la información que allí circula. Información que no se encuentra al alcance con la misma inmediatez de quienes no participan de esos códigos".

Aplicando esta observación, propia de una epistemología social, vemos con más claridad la necesidad de ingresar en el mundo simbólico de los adolescentes y jóvenes para, a partir de ello, lograr una empatía y una estrategia que permita a los adolescentes asumir una actitud crítica frente a los valores y principios distintivos de cada tribu urbana. De ninguna manera podremos ayudar al surgimiento de un juicio crítico hacia su propio mundo en el adolescente si primeramente los adultos no ingresamos en él.

De esta manera el habitus, ese espacio de sentido e interpretativo, presente en las tribus urbanas nos ayuda a conocer mucho mejor en que están los adolescentes de hoy, y a partir de ello generar una propuesta preventiva. Es común ver cómo muchos programas preventivos están basados en mensajes, preguntas, necesidades y temores, más propios del mundo adulto.

Como se observa en la canción, las drogas tienen distintas significaciones para cada uno de estos subgrupos culturales. Pero siempre están presentes. No hay tribu urbana que no tenga conceptualizado de manera particular el consumo de sustancias, y dote a esta conducta de una significación más o menos original. Esto no significa que todos los adolescentes adheridos a estas distintas formas de la cultura juvenil consuman drogas, pero sí que tienen una manera propia de definir y vivenciar este fenómeno, consuman o no sustancias.

Es así que la forma cómo se establece en la actualidad el vínculo con las drogas no sólo define una ruptura generacional, evidenciada en la canción; éste fenómeno también es parte de un matriz interpretativo del espacio social dónde vive la generación actual y como tal tiene una función específica que debe descifrarse.

 Una manera de reconocer de las características de una tribu urbana consiste en
Michel Maffesoli, acuñó en francia el
concepto de TRIBUS URBANAS
observar los aspectos identificativos de cada una de ellas; a continuación se enlistan algunos de ellos:

Denominación. Las tribus tienen una manera de nombrarse a sí mismas. Esto les permite fortalecer su identidad, por ejemplo: Rockeros, Funkis, Punks, Pibes-Chorros, Cuarteteros.

Imagen. Sus integrantes asumen una forma de vestirse, peinarse o señalar sus cuerpos con tatuajes, piercings, perfumes, etcétera.

Ideología. También tienen un componente ideológico o un sistema de creencias particular. Algunas tribus han desarrollado sistemas ideológicos más profundos que otras, pero todas participan de una visión del mundo que las define y que condiciona su manera de ser en el mundo. 

Grupo/s antagónico/s. Muchas tribus conservan este aspecto propio de las pandillas, y definen también a otras tribus como enemigas. Esta característica no está siempre presente, como en el caso de los Hippies. Sin embargo, siempre es observable la posición que cada tribu mantiene ante la paz y la violencia. Cada vez surgen más expresiones juveniles que asumen la violencia como gesto distintivo. En mi provincia, por ejemplo, existen Grupos Cuarteteros (cuarteto es un tipo de música emparentada con la cumbia) enfrentados entre sí por pertenecer a distintos barrios. En la canción analizada se observa, como ya lo dijimos, el antagonismo entre los Rockeros y los Tecno.

El Tiempo de las Tribus.
Texto fundacional de Maffesoli.

Movimiento musical. Todas las tribus urbanas se identifican con cierto tipo de música. Ésta funciona como el vehículo cultural mediante el que se transmiten valores y creencias propios. Los textos sagrados de estas tribus, para decirlo metafóricamente, están inscritos en la letra de las canciones que escuchan.

Músicos representantes. Lo dicho anteriormente permite entender el lugar destacado que ocupan los músicos preferidos por cada tribu y que las representan. Suelen ser verdaderos ídolos. En general, estos ídolos han mantenido o mantuvieron una relación particular y evidente con el consumo de sustancias, lo que también fortalece el peso que el consumo tiene en estos espacios sociales.

Bares, bailes, plazas, espacios de encuentro. La territorialidad de las tribus urbanas es opuesta a la de la pandilla, pues los espacios urbanos distintivos de las primeras tienen que ver con el lugar dónde se encuentran, y no tanto de donde provienen: bares, bailes, plazas, etcétera, son distintivos de las tribus.
Simbología. Las tribus expresan en forma simbólica aspectos esenciales de su visión del mundo: dibujos en remeras, gestos con los dedos, tatuajes específicos, collares, banderas, entre otras, son las herramientas mediante las que exponen estos aspectos.

Actitud frente al consumo de drogas y alcohol. Cada tribu propone una manera
La construcción de un estereotipo único es
un límite en del concepto "Tribus Urbanas",
que fue superado por el de "Culturas Juveniles"
propia de ver el consumo de sustancias. De alguna manera, suelen legitimizar su uso pero no necesariamente marginan a quien las consume.

Las tribus urbanas representan una forma de resguardo ante las amenazas externas. Todas estas características mencionadas suponen una fuerte experiencia de integración y un alto registro de sensación de pertenencia que, a su vez, funciona como elemento protector en un entorno social que no representa para el adolescente de hoy una alternativa de crecimiento.

Por ello, la canción "Como Alí" expresa la idea de que no importa consumir drogas, aunque implique terminar "Como Alí", es decir, con Mal de Parkinson porque la alternativa es enfrentar a la sociedad y sus propuestas. "Y todo el mundo saltando contento, porque allá afuera te espera el país" es una referencia irónica a esta elección perversa.
Sin duda, esto nos pone frente al tema de que la prevención del consumo de drogas cobra sentido y fuerza cuando se da dentro de un marco de alternativas de vida y crecimiento válidas que proponer.


Conclusiones

Trabajar en la prevención de drogas y alcohol en el mundo juvenil es un desafío que implica el esfuerzo de descifrar el código de su lenguaje y entender la visión del mundo propios de los adolescentes.

La música y la letra de las canciones actuales son una valiosa herramienta para el análisis y la crítica del sistema de creencias del mundo adolescente y de los jóvenes, que de alguna manera incorporó en ellas su manera de vivir en sociedad.

Este sistema de creencias lleva en sí mucha información y valoración sobre el fenómeno del consumo de sustancias. No podemos prescindir de esta visión si pretendemos trabajar en la prevención. También es clave superar el intento de analizar la adolescencia y la juventud sólo desde paradigmas propios del mundo de los adultos. Es conveniente que ambas experiencias se entrecrucen.

Por ello debemos aplicar estrategias que nos permitan penetrar en los espacios sociales construidos por los adolescentes, y así conocer la información que manejan y su valoración en torno al consumo de sustancias, sin desvalorizar su conceptualización.

Por otro lado, la adolescencia y la juventud se configuran de manera múltiple en la sociedad postmoderna, y no existe como abstracto referenciando una realidad única. El concepto tribus urbanas tiene esa importancia, la de permitirnos observar el mundo de la adolescencia desde su riqueza y complejidad.

De las tribus urbanas necesitamos conocer sus códigos interpretativos y los
vehículos culturales que priorizan para transmitir sus mensajes y visión del mundo.

Las drogas, por su parte, ocupan un lugar destacado en esa visión del mundo de las tribus urbanas. Conocerla nos ayudará a entender la prevención, pero ya no como una acción masiva e indiferenciada, pues lo dicho nos hace concluir que los programas preventivos deben ser diferenciados en parte según la población a la cual vayan destinados.


Nota

* Psicólogo, Director de Programa Cambio y docente universitario, Córdoba Argentina. juan@programacambio.org

Bibliografía

Plotkin, Pablo (2004), "El enigama del éxtasis", en la Revista Rollings Stones, núm. 7, pp 77-82, edición Argentina.

Rodríguez, F. (2002),
 Comunicación y cultura juvenil, Barcelona, Ariel.
Gonzales, Sagrario y Otros (1997), "Signos de identificación grupal en adolescentes"
 Boletín Entre Todos, núm. 14.

Mansilla, Juan (2003), Prevención de la drogadicción en comunidades de excluidos sociales, Seminario de Riod.

Pérez Oriol Costa y Otros (1996).
 Tribus urbanas. El ansia de identidad juvenil: entre el culto a la imagen y la autoafirmación a través de la violencia, Barcelona, Paidós.

Martínez, Ciro. Banda Los Piojos. tema musical "Cómo Ali", en CD
 Máquina de Sangr
e, Argentina, 2004.


Fumarme un Porrito. Andrés Calamaro

“Fumarme un Porrito” (2004)


Juan Carlos Mansilla.
juanenlinea@gmail.com
@juanenlinea.
Opinión publicada por diario La Voz del Interior en  año 2004



La situación en la que se encuentra Andrés Calamaro por haber dicho, en un recital de fines de 1994 que se “fumaría un porrito” es
problemática. 
Según el artículo 12 de la Ley de Estupefacientes le puede corresponderle entre 2 y 6 años de cárcel en el caso que se interprete que sus dichos persiguieron el “preconizar” “facilitar” o “inducir” el consumo de, en este caso, marihuana.


Calamaro es uno de los mas importantes y geniales representantes del Rock Nacional, en el cual abundan las referencias al consumo
de drogas, ya sea desde una actitud apologética, o rebele, o simplemente descriptiva. 

El Rock habla de Drogas, con la misma naturalidad que el Tango lo hace del Tabaco o del Alcohol. Menciona a los consumidores de sustancias con la misma frecuencia que el humor cordobés cuenta de historia de “chupados” por el “totín”.


Y que es mejor, que preferimos? Un hijo alcoholico o un hijo marihuanero?. La pregunta es en si misma perversa. Pues no prefeririamos ninguna de las dos opciones.

Sin embargo, a la hora de sancionar públicamente, la demonización cae siempre, y por extensas razones, del lado de las sustancias consensuadas como “ilegales”.


Charly García que toma y convida alcohol desde los escenarios,
cantó una vez en referencia a las drogas “yo era un argentino, le daba solo al vino, pero esto es otro flash”. 

A "Los Piojos" en su tema “Como Alí” se los escucha por todos los medios de comunicación hacer referencia al Extasis, Los Babasónicos cantan de Esther (narcótica) y dicen que el “cocktail psicoactivo levita femenino su esplendor”, y qué decir de la banda “Intoxicados”, su mismo nombre es una referencia a las sustancias. 

El tema “Veneno” de Calamaro es en si mismo una especie de confesión de su relación con las drogas. Aquí el tema:




Entonces donde está el problema, el Rock puede, en referencia a las drogas, “decir cantando” pero no “decir hablando”? ¿Cual seria un coherente próximo paso al juicio a Calamaro, censurar las letras del Rock que se refieran a las Drogas para no llenar los juzgados de Rockeros desubicados?.


La cosa no pasa por ahí. La mejor opción es siempre educar el oido de quien escucha para que sepa elegir con claridad lo que mejor le conviene. 

Quien se acerca hoy al Rock, al cuarteto, o a la cumbia, se verá expuesto probablemente a mensajes favorables a las drogas y al
alcohol, conviene entonces que llegue con un oido preparado, y con un juicio crítico entrenado, por la familia, la escuela, la comunidad, y los medios de comunicación.


La de Calamaro estuvo lejos de ser una feliz expresión, pero el escenario del Rock es así, carece de las represiones propias del discurso cotidiano, pues crea un espacio que por propia identidad necesita del rompimiento de estereotipos sociales para decir presente. 
El arte contemporaneo parece ser así. No lo intentemos sacrificar con sobreactuaciones a destiempo. No podremos.

Adopción y Adicción


Adopción y Adicción (2004)


Autor:  Juan Carlos Mansilla
Psicólogo.
Presentado en el Congreso del National Hispanic Science Network (NHSN)
Miami.EE.UU. 
Setiembre de 2005.
E-mail; juanenlinea@gmail.com
Twitter: @juanenlinea



Introducción:


Todas las familias se enfrentan a situaciones y crisis que, en el marco de su crecimiento suponen una puesta a prueba de sus recursos y posibilidades de adaptación, cambio y superación. 

Sabemos que el consumo de drogas es justamente un desafío para la familia contemporánea, y por eso es ella un campo importante
donde aplicar estrategias y técnicas de prevención y también un recurso esencial para que todo tratamiento de rehabilitación de las drogas llegue a buen puerto.


Sin embargo no todas las familias son iguales, ni todas poseen los mismos recursos o deben enfrentar los mismos desafíos. Toda familia, como cualquier sistema vivo, tiene su identidad, su individualidad y sus características únicas.


Así también las familias adoptivas, entendidas como aquellas que han adoptado por lo menos a uno de sus hijos, si bien pueden diferenciarse entre sí de manera clara y precisa, tienen en común el hecho de la adopción y esto las coloca en un plano, una categoría diferenciada. 

Hay familias biológicas, uniparentales, con padres / madres de diferente sexo, o del mismo sexo. Familias ensambladas, transculturales, y también familias adoptivas.

Tomado de https://cristisr.files.wordpress.com



No existe una tipología acabada sobre formas de familias, pues este núcleo social sigue siendo básicamente creativo y cambiante según la cultura, la región y la época.



Objetivos:


En este trabajo nos vamos a adentrar en un tipo de estas familias, la adoptiva, y lo vamos a hacer tomados de la mano de la drogadependencia, a efectos de plantear algunos interrogantes comunes a los que la experiencia clínica nos lleva con este tipo de familias. 

El objetivo de este estudio de acercamiento a las dificultades que
presenta a los terapeutas el trabajo con las familias adoptivas con hijos adictos es intentar descifrar algunas claves y posibles estrategias que nos permitan trabajar con este tipo de familias de mejor manera, y con mayor confianza.

La Adopción no es en la mayoría de los casos una elección fácil ni la primeramente buscada. Quienes se enfrentan ante la posibilidad de la Adopción lo hacen la mayoría de las veces porque se encuentran frente a una dificultad biológica para la procreación, la cual supone un riesgo de vida a la potencial mamá, o por una imposibilidad para la reproducción de uno o ambos miembros de la pareja. 

La adopción también se observa, aunque en menor medida, en parejas que teniendo o pudiendo tener hijos, asumen esta vía de incorporación de otro hijo como un acto comprometido y solidario. 

Por último vemos que es la adopción la única alternativa para las parejas homosexuales dispuestas a tener hijos, o para las personas solas deseosas de desarrollar su paternidad / maternidad.


Sin embargo la razón mas destacada en frecuencia es por lejos, la de aquellos padres que se deciden por la adopción como una alternativa a lo planteado por una dificultad biológica para la procreación. 


Por lo tanto, esta elección vital y que cambiará el rumbo de la vida de quienes la realizan y de un tercero, se encuentra íntimamente ligada a situaciones de imposibilidad y muy probablemente a sentimientos de limitación, impotencia, y frustración.


Método:


Podemos observar familias desde distintas perspectivas y con distintos lentes. La Terapia Familiar Sistémica nos ofrece algunas alternativas para este ejercicio, y nos facilita también diversos conceptos para ordenar la información surgida de la observación.

Entre los distintos Enfoques de la Terapia de Familia, encontramos los llamados modelos Construccionista, y el Estructural. 

Ambos modelos nos resultaron útiles para la creación de este
trabajo pues ayudaron a crear un “mapa” orientador en el ingreso a la realidad vivida por familias adoptivas con hijos adictos.

El enfoque Estructural nos permite proponer una organización a las familias que observamos y el enfoque Construccionista nos permite acercarnos a cómo la familia se ve a sí misma y la forma en la cual comunica esta visión. 

Por ello, entenderemos estos dos enfoques desde sus aspectos complementarios, pues tomaremos a ambos como fuente de conocimiento de lo vivido por la familia, y también como guía de caminos de intervención a la misma.


La fuentes de información que tomamos para la elaboración de este trabajo son en parte nuestra experiencia clínica de 14 años en el trabajo con familias de adictos, tiempo en el cual el contacto con familias adoptivas no fue poco frecuente.


Para este trabajo se entrevistaron específicamente a 17 terapeutas que hoy en día trabajan en terapia de familia u orientación familiar en el contexto de programas de rehabilitación, y cuyas experiencias también implicó el abordaje de familias adoptivas.


El trabajo se inscribe dentro del llamado Enfoque Interpretativo de las Ciencias Sociales, pues intenta comprender las motivaciones de
las conductas obervadas. 

Sin embargo el hecho del que el foco esté puesto no directamente en las familias adoptivas con hijos adictos/consumidores de sustancias, sino las dificultades percibidas por los terapéutas que trabajan directamente con estas familias, vuelve a este estudio particular, conviertiéndolo en un estudio Interpretativo Indirecto.


Se realizaro una Entrevistas Semicerradas a terapeutas que trabajan con familias adoptivas en proceso de tratamiento por adicción a drogas en algún hijo adoptivo. 

En ellas las preguntas que guiaron estas entrevistas fueron:


* ¿Se perciben diferencias generales entre Familias Adoptivas y Familias Biológicas ?

* Los padres Adoptivos y los Biológicos ¿Funcionan distinto en el
proceso terapéutico?

* Los abusadores / adictos, (hijos biológicos., o hijos adoptivos.) ¿Evidencian un proceso terapéutico diferente ?

* ¿El papel de la familia extensa es similar en los dos casos?

* El Terapeuta debe tener algún cuidado especial en el abordaje de Familias Adoptivas?



Como se observa, el sentido de las preguntas guarda una continua relación comparativa entre las familias biológicas y las familias adoptivas. 

Esto fue así ya que se partió de la realidad de que los terapeutas entrevistados tenían un trato mucho mas frecuentes con familias biológicas y que los grupos que coordinaban, ya sea de padres, hermanos, o consumidores / adictos eran también en su gran mayoría conformado por miembros de familias de esta categoría.


También se tomo como fuente de información textos clínicos de quienes trabajan con familias adoptivas por una parte, y de quienes trabajan con familias de adictos por otra.



Proceso de Cambio en Tratamiento de Familias con miembros Adictos.


Ubiquemos ahora en la familias con algún miembro drogadependiente, que se encuentran en proceso de tratamiento. 

Aquí es posible observar hacia donde se dirige el proceso de cambio en estas estructuras familiares que a partir del encuentro terapéutico resultan perturbadas generándose así las posibilidades
del Cambio.


Siguiendo el mapa de la estructura familiar decimos que estas familias tenderán a modificar su Jerarquía, ya que el esquema de distribución de poder y mecanismos de toma de decisiones son propios a replantearse en disfunciones de este tipo. 

Por otra parte también se definirán nuevos Límites y Fronteras dentro del sistema familiar, puesto que muy probablemente se establezca una nueva normativa a conductas internas, y se tracen con mas fuerza los contornos de los subsistemas por ejemplo parentales y fraternos. 

Las Alianzas y Coaliciones dentro de la familia también sufrirán modificaciones en esta experiencia de cambio, estableciéndose
nuevos vínculos internos a través del surgimiento de interacciones novedosas o por la ruptura de estilos de relaciones ahora no deseados.


Por último, para que esta lectura sobre los cambios producidos tenga sentido y pueda ser mantenida en el tiempo, es necesario que la Visión del Mundo propia de la familia y de sus integrantes sufra modificaciones que apuntalen los cambios buscados y conseguidos.


Estos cuatro conceptos: Jerarquía, Límites y Fronteras, Alianzas y Coaliciones (componentes estructurales); y Visión del Mundo; son
propicios para entender también el ciclo evolutivo de la familia y las modificaciones que experimentan a lo largo del tiempo. 

Por ello cuando aparece el consumo de drogas, y se convierte en un síntoma crónico es posible observar modificaciones en la manera de percibir el mundo y nuevas disposiciones de sus componentes estructurales.



La Adopción y sus Consecuencias:


La Adopción , al igual que un nacimiento, conlleva profundas consecuencias en la vida de sus participantes. Veamos algunas de ellas a partir del mapa conceptual recién planteado.


El hecho de la adopción es en si mismo un hecho reparatorio. Implica ir al encuentro de alguien que se encuentra en situación de abandono y por lo tanto en desventaja y minusvalía.

 Por otro lado implica un intento de solución al dolor que supone la mayoría de las veces una imposibilidad biológica. Mas allá de que la adopción sea una acto de amor, es también un acto reparatorio de un dolor y fundante de una esperanza.


De esta manera es común observar en los padres adoptivos un esfuerzo por evitar de manera marcada cualquier huella de dolor o frustración en el hijo adoptado, pues se espera que el acto adoptivo sea una especie de “cura” a situaciones no deseadas tanto por el niño, como por los padres.


Una manera de cumplir con ese deseo reparatorio consiste para los padres, en entenderse como instrumentos para evitar mayores frustraciones a los deseos del hijo. 

De esta manera nos encontramos ante situaciones de sobreprotección por parte de padres que buscan cumplir su
cometido. Es como si en el acto de la sobreprotección los padres buscaran extender el primer sentimiento de acoger al niño abandonado.


Sin embargo sabemos que este tipo de conducta, por mas que esté fundada en sentimientos genuinos y de buena intención, generarán claras dificultades para el crecimiento afectivo y social del niño, pues le impedirán afrontar por sí solo situaciones problemática acordes a la esperables a su edad, o le evitarán vivir experiencias de frustración esperables y necesarias para el desarrollo de la madurez.


Así los padres adoptivos pueden encontrar especial dificultad para posicionarse como autoridad para con sus hijos, ya que puede que entiendan que su función consiste a veces en dar, otras en proteger, y siempre en salvar.


Es común encontrar en la literatura que habla de padres adoptivos referencias al intento de estos de borrar las huellas del abandono que marcó el primer contacto con el hijo. 

Al entender al hijo como alguien abandonado lo ubicaron en una posición en la cual necesita continuamente ser fortalecido por expresiones de afecto y cobertura, a fin de que no sienta ahora ese
abandono, sino por el contrario la cercanía de estos padres que en verdad lo quieren.


Estos intentos en transmitir continuamente un mensaje de protección, hace que difícil a estos padres conjugarlo con el lenguaje de la autoridad dentro del grupo familiar. Pues el ejercicio de la autoridad a veces consiste en poner distancia y marcar diferencias a fin de afirmarse en un lugar jerárquico superior.


Los padres adoptivos parecen encontrar serias dificultades para encontrar ese lugar y sostener esa posición. La figura del padre, que en nuestra cultura está mas referida a la idea de la ley dentro del
hogar, puede que se encuentre ante un sentimiento poco claro de autoafirmación de ese lugar. Como si la incapacidad biológica de tener hijos de la pareja, o la necesidad de reparar continuamente el abandono al cual fue expuesto el hijo, descalificarían a papá para ocupar un rol de autoridad.


En este sentido es observable que la llamada “hostilidad de la figura paterna” es mas común de ser encontrada en padres biológicos que en papás adoptivos.


El desarrollo de un niño dentro de un seno familiar con dificultades para el ejercicio de la autoridad puede generar en él la posibilidad de manipuleo y el surgimiento de una accionar despótico donde sea la regla el que los padres cumplan con todos sus gustos.


Por otro lado, y quizá en correlación con lo mencionado se suele en las madres adoptivas una tendencia a la polarización de su comportamiento. 

Esto significa que la misma mamá a veces aparece como rígida y autoritaria, y otras como manipulable y condescendiente. Es como si muchas madres buscaran continuamente una posición de firmeza, pero a la vez se encontrarán en una actitud de debilidad frente a sus hijos.


Pasando al tema de las Alianzas y Coaliciones en la familia, vemos que los hijos adoptivos son descriptos como poseedores de una sensibilidad especial a situaciones reales o potenciales de abandono, lo cual facilita una conducta reactiva que contribuye a generar mayor dependencia hacia los padres. 

La experiencia clínica nos señala que en estas familias el lugar y peso de la familia extensa suele encontrarse mas debilitado que en la familia biológica. Y cuando aparece lo hace mas tardíamente. Es como si la familia extensa necesitara de mas tiempo para asumir, aceptar y encontrar su rol frente al niño adoptado.


Esto colabora con la formación de un vínculo mas fuerte entre los miembros de la “familias nuclear”, y ayuda al establecimiento de alianzas mas fuertes en estos niveles.


Muchas veces aparece el problemas del ocultamiento del origen de la adopción por parte de padres que deciden no develar esto a sus hijos, o demorar esta información demasiado tiempo. Cuando esto se produce, la familia extensa suele aparecer como una amenaza, pues ella es vista como una posible develadora de una verdad que prefiere ocultarse. Los vínculos en el núcleo familiar entonces aparecen mas cristalizados.


Las alianzas también se solidifican como una respuesta al sentimiento de abandono al que hicimos mención, pues esa desprotección temprana, es probable que a lo largo del tiempo se traduzca en un excesivo apego posterior, donde la relación madre-hijo o padre-hijo aparezca con superlativa fuerza.


En relación a los Límites es observable que los padres adoptivos encuentran mayor dificultad para poner límites a sus hijos, y/o que estos últimos asuman a lo largo de su crecimiento una actitud mas desafiante a la autoridad paterna.


Todos los terapeutas entrevistados coincidieron en que si bien el aprendizaje de la puesta de límites por parte de los padres a las c
onductas transgresoras de los hijos son parte de todo proceso educativo de padres de adolescentes adictos, los padres adoptivos muestran una mayor dificultad para instrumentar dichos límites.


Obviamente que esto se relaciona con la dificultad de estas familias para instaurar una jerarquía clara. Parecería que algunos padres no se sienten con “derecho” a imponer con claridad las reglas que deben regir el “juego” de la convivencia en el hogar. Es como si ellos mismo no asumieran su posición de padres en razón de no ser los padres biológicos.


Los hijos por otra parte asumen sobre todo en la adolescencia una necesidad de “poner a prueba” a sus padres, a través de conductas manifiestamente desafiantes que al no encontrar del otro lado freno ni contención se cristalizan en disfunciones de la conducta posterior.


Echemos un vistazo ahora a las características de las familias de adictos según la descripción de varios autores.


En general se menciona que en las familias donde se instaura el consumo se suelen observar las siguientes características:


•Padre Ausente - Madre Sobreprotectora

•Falta de Jerarquía clara en el sistema familiar

•Padres con importantes fisuras entre la Palabra y la Acción.

•Falta de Comunicación entre sus miembros

•Dificultad en la expresión de los afectos

•Ausencia total o parcial de límites a conductas transgresoras

•Alto grado de incapacidad para ayudarse en situaciones de crisis

•Presencia de secretos patógenos (p.e. Abuso de alcohol u otras 
drogas, abuso sexual y o emocional, adopción)

•Imposibilidad para negociar los cambios que en las relaciones intrafamiliares supone el desarrollo del ciclo vital

•Triangulación de un hijo en los conflictos de pareja

•Amplia contradicción entre la imagen externa y la interna de la familia

•Padres que ante los hijos se descalifican entre sí.

•Exagerada tolerancia y exposición a situaciones de angustia, maltrato o stress.

•Constante clima de inseguridad o amenaza.

•Débil transmisión generacional de Valores y-o Creencias.

•Dificultad para la autocrítica.


•Presencia de recurrente maltrato físico y-o emocional.

•Desacuerdo en los hábitos de convivencia (higiene, horarios, utilización de espacios).


Esa inacabada lista de todo lo que se le atribuye a las familias de adictos cobra especial importancia cuando es observada desde la perspectiva de las familias adoptivas, pues en varios de estas características disfuncionales coinciden.


No estamos diciendo aquí que las familias adoptivas son per se disfuncionales, sino que por su condición de tal aparecen como en mas riesgo de quedar entrampadas en modelos interaccionales que deberían evitarse.


Pero muchos de esos modelos a los que muchas familias adoptivas suelen tender, resultan llamativamente coincidentes con los que se dan en las familias de adictos.


La dificultad para instaurar una Jerarquía clara en la familia, la tendencia a Alianzas reforzadas por secretos, y tabúes, y la
dificultad para poner límites definidos ante conductas transgresoras son características observables en las familias de adictos, pero que se presentan como aumentadas con una lupa cuando éstas son aparte, adoptivas.


Por otro lado vemos que la drogadependencia vuelve particularmente culpógenos a los padres adoptivos los cuales reavivan de nuevo muchos sentimientos de impotencia, e inseguridad propios de los años en los cuales se fue “asumiendo” la adopción.


Es como si los padres volvieran a ver a su hijo desde el lente de la adopción, entendiéndolo como extraño y ajeno a ellos. Lo cual los paraliza y en general los hace revivir los temores de los aspectos genéticos y heredados del hijo, atribuyéndole a estos factores las razones de los problemas de adicción.


Los terapeutas aquí se encuentran ante el desafío de rearmar junto con la familia una nueva “novela familiar” que ayude a sus miembros a dotar de sentido el síntoma “consumo de drogas” y los incluya en la construcción de su historia, donde a través del asumir responsabilidades en cuanto al rol de cada uno en la familia, encuentren alternativas concretas de cambio.


No olvidemos que el hijo adoptivo es vivido por muchos padres como una denuncia a la impotencia y/o infertilidad, y que el retomar este tema de la mano de la problemática de la adicción resulta siempre doloroso, aún en familias que siempre hayan “dicho la verdad” respecto a la historia del hijo.


Por otra parte a veces se observa que el adicto / consumidor
encuentra en el hecho de la adopción un potente justificativo de su consumo. Si bien conviene tomar en serio esta idea, es legítimo también tomarla como un pretexto, un manipuleo afectivo, a fin de quitar el foco de allí y ponerlo en una manera responsable de asumir su condición.


Todo tratamiento por drogas implica ayudar al consumidor a aceptar sus limitaciones, pues es conocido que el pensamiento omnipotente es parte de esta patología. El acompañar al paciente en un proceso de reconocimiento de su situación y búsqueda de identidad e individuación requiere de mayor atención y quizá paciencia si se trata de un hijo adoptivo.


Como se observa entonces, la Adopción y la Adicción se suman y crean un cuadro complejo y complejizante de la realidad en estas familias, y por lo tanto es necesario instrumentalizar estrategias y técnicas de trabajo diferenciadas.



Tips y Recomendaciones a dar en estos casos son:


1.- Mayor tiempo para reincorporar al consumidor / adicto al proceso de individuación.


El adolescente que se encuentra en tratamiento por drogas participa de una serie de espacios donde lo que se trata es de retomar y resolver su proceso de individuación detenido por el consumo de drogas.

Todo proceso de individuación supone resolver un tipo de vinculo familiar donde, en las familias observadas, generalmente la persona se encuentra sobreprotegida por tipos de vínculos a veces asfixiantes que impiden el crecimiento.

Las familias adoptivas, como dijimos mas arriba, muestran cierta facilidad para detener procesos de individuación, en parte porque viven como mas amenazante o catastrófica la idea las manifestaciones de autonomía en el adolescente.




2.- Las Familias necesitan mas “paciencia” del terapeuta, pues las dificultades para el Cambio tienen raíces antiguas.


El trabajar con familias de drogadependientes adoptados implica afrontar detrás del problema del consumo de sustancias el fantasma de una adopción no elaborada. Por ello hay que dar tiempo para que en estos procesos la familia pueda abrirse a dolores no esclarecidos y preguntas no realizadas.

La adicción y la adopción multiplican los pactos de silencio debido a las dificultades que implican hablar de lo escondido y pasado. Ambas situaciones viven el relato de la historia familiar como dificultad.

Las dificultades para el cambio suelen tener su raíz en la imposibilidad para afrontar el dolor, o el temor a desatar respuestas de abandono o incomprensión. 

El terapeuta tiene aquí que captar el “tiempo de cambio” familiar y no apurar procesos de maduración emocional.



3.- Las intervenciones sobre la Estructura Familiar no bastan si no se trabaja a nivel de la Construcción de Realidades.


Muchas veces el trabajo con adicciones tienta a los terapeutas a limitarse en un trabajo centrado en la modificación de la estructura familiar en vistas a conseguir que los padres asuman el control del “hogar”, y que el drogadependiente se adapta e estructuras normativas.

Sin embargo el trabajo con familias adoptivas muestra la necesidad de enfocar las intervenciones a nivel de la Construcción del Mundo y su Historia que tienen la familia. Esta perspectiva posibilita que la familia logre distenderse en su esfuerzo por parecer “normal”.

 Las familias adoptivas suelen poner notable cantidad de energía en esto de aparecer “sin problemas” y con su adopción absolutamente
resuelta. Manifiestan un sobre-esfuerzo en mostrar amor, protección y cuidado, esfuerzo que desnaturaliza la espontaneidad familiar y convierte los estilos de interacción en pautados y a veces “sobreactuados”.

Por ello hablamos de “distensión” familiar, de acompañar a la familia al logro de un ambiente emocional que le permita entender su historia de tal manera que pueda reconstruirla a fin de que no queden fuera los eventos “incomprensibles” que hoy la llevan a terapia.



4.- Intensificar los mensajes desculpabilizadores hacia la familia.


Si bien la culpa es un sentimiento que bloquea a muchas familias que consultan por drogadependencia, en las familias adoptivas dicho sentimiento debe ser abordado con sumo cuidado.

El hijo adoptivo tiende a vivir este hecho del que fue partícipe pasivo desde la experiencia de la culpa “fui una carga, por eso me entregaron”. Este dolor por lo perdido, por la familia anhelada e
idealizada puede devenir en culpa, y sentimiento de inferioridad. El logro de la autoestima bajo esta marca no es siempre fácil de conseguir.

Por otra parte la familia adoptiva también puede cargar con la culpa generada por su propia incapacidad de tener hijos biológicos.

Cuando aparece el problema del consumo de drogas, hay familias que entienden esto como “castigo” como algo “merecido”. Si bien es un sentimiento irracional, sabemos que posee un gran poder para boicotear intenciones de cambio y favorecer el sostenimiento del síntoma.

El terapeuta debe trabajar identificando los mensajes culpabilizadores a efectos de que la familia pueda evolucionar a una manera de pensarse, que le genere mas alternativas de acción e interacción.



5.- Alentar mas a estos pacientes en recomponer lazos con la familia extensa o grupos afectivos de apoyo.


La adopción no es solo una decisión que impactará sobre la vida de la pareja que adopta y el hijo/a adoptivo/a. La familia extensa será una caja de resonancia importante que dará su eco a medida que pasen los años.

En las familias de consumidores adoptados se observó con frecuencia que la participación y presencia de la familia extensa era llamativamente menor que en los casos de las familias biológicas.

Posiblemente el proceso de aceptación de la adopción no involucró
al resto de los familiares que quedaron a la “expectativa” de lo que suceda con esta pareja y su nuevo hijo.

De esta manera el núcleo familiar quedó en buena parte aislado, y sin los vínculos de apoyo esperables. Sumado a esto aparece el consumo de drogas, que juega las veces de otro desalentador mas de la involucración de la familia extensa.

Mas allá de cuales fueran las razones para este no involucramiento, observamos que estas familias tienden a cercar con mas fuerza su contorno y a no apoyarse en otros vínculos.

La sugerencia aquí es apoyar a la familia en un proceso de apertura hacia la familia extensa u otros grupos de apoyo a efectos de que encuentren en estos nuevos “mundos relacionales” alternativas a dificultades, y sostén emocional.

También la apertura de los miembros de la familia a nuevos espacios se traducirá en un mayor espacio entre ellos, una instancia positiva sobre todo cuando se identifican modalidad interaccionales de sobreprotección y falta de autonomía.



6.- Estar atentos a minimizaciones, o cualquier mensaje que tome al concepto de “adopción” como chivo emisario de responsabilidades.


Por último es recomendable prestar atención a movimientos familiares tendientes a utilizar el antecedente de la adopción como un recurso para esquivar responsabilidades y evitar asumir roles necesarios.


El tratamiento por drogas exige a la familia el asumir responsabilidades dejadas de lado, o no asumidas con firmeza. Implica la toma de una posición clara ante la conducta destructiva y transgresora y un reordenamiento de la dinámica familiar.


Pero no es fácil alcanzar estos logros pues en el terreno de lo familiar supone el poner sobre la mesa secretos, pasado, duelos, renuncias, y reclamos. Las familias adoptivas suelen aparecer como mas sensibles a las historias pasadas y tener mas firmemente establecidos pactos de silencio.


Por ello el terapeuta debe cuidadosamente desafiar a la familia a la revisión de lo sucedido y a la vez sostener las emociones y situaciones emergentes. Conviene estar atento a los movimiento de evitación que la familia hará sobre estos temas dolorosos pero recurrentes, y siempre animar a llegar al punto donde las alternativas se hacen siempre presentes.




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Bibliografía:

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